«Pero, mamá, ¿ése no era tu vestido favorito?»

Alza la cabeza, su mano enlazada a la mano adulta, el raído abrigo cerrado a cal y canto y dos vueltas de bufanda al cuello. La madre hace como que no oye, esboza un cansado «vengavamos» y tira firme pero suavemente del brazo de su hija. Ambas comienzan a atravesar la plaza de las Descalzas mirando bien dónde ponen el pie. La plaza está llena de socavones. Madrid está lleno de socavones.

-Pero…

-¡Mira que eres pesada, Mercedes! – corta abruptamente la madre en un tono más de hastío que de enfado.- Te lo he explicado mil veces. Y corre, que llegamos tarde a la cola del pan.

Madrid también está lleno de colas. Para el pan, para el aceite, para ropa. Colas. Colas para todo. Aprietan el paso. Ya van por Gran Vïa. No, Gran Vía, no. Ya no se llama Gran Vía.

-Pero es que no lo entiendo. ¿Por qué esos señores de la montaña…?

-Del monte… Monte de Piedad.

-Bueno, del Monte. ¿Por qué se quedan con tu vestido?

-No se lo quedan. Es un préstamo.

-¿Cómo que un préstamo? Si se lo han quedado.

La madre suspira. No para pero aminora el paso.

-¿Ves esto? Cógelo. Pero con cuidado ¿eh?- saca una mano del bolsillo y le muestra un cupón a Mercedes. La niña lo coge con curiosidad-. Si quiero el vestido, sólo tengo que traer ese cupón y algo de dinerito y me lo devuelven.

-¿Pues por qué estás tan triste?

La madre vuelve a suspirar, esta vez más hondo. Por fin, para y mira a Mercedes:

-¿Tú quieres que esté contenta?- La niña dice que sí con la cabeza. La madre asiente a su vez y se agacha -. Entonces, dame un beso.

Mercedes le estampa un tímido beso en la mejilla.

-Ahora, dame el cupón.- la niña vuelve a obedecer. La madre recoge el cupón y, a cambio, sonríe. Es una sonrisa. Nostálgica .forzada y cansada. Pero una sonrisa-. ¿Ves? Ya no estoy triste. Así funciona un préstamo.

Mercedes vuelve a coger la mano de su madre, no muy convencida con la explicación. Aún tiene mil preguntas que se agolpan en su boca pero el ritmo apresurado de su madre le dice que quedarán sin respuesta. Al menos la ha visto sonreír. Aunque haya sido un préstamo.

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